jeudi 14 juin 2007

El paquete de galletas


Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en el que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora. La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo. Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera.

Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario. Imprevistamente, la señora observó como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.

La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió. La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y, con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho. El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.

Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete solo quedaba la última galleta. "No podrá ser tan descarado", pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas. Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad. Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.

- ¡Gracias! - Dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.

- De nada. - Contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad. Entonces el tren anunció su partida.

La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en él anden y pensó: "¡Que insolente, qué mal educado, qué ser de nuestro mundo!"

Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas... ¡INTACTO!
Cuántas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones. Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos, injustamente, a personas y situaciones, y sin tener aun por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta.

Así, por no utilizar nuestra capacidad de autocrítica y de observación, perdemos la gracia natural de compartir y enfrentar situaciones, haciendo crecer en nosotros la desconfianza y la preocupación. Nos inquietamos por acontecimientos que no son reales, que quizás nunca lleguemos a contemplar, y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca ocurrirán.

Dice un viejo proverbio:
Peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente, pero siendo justo, cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad se consigue más de lo que se espera.

3 commentaires:

Miguel Barrios Payares a dit…

ah, tania, somos siempre iguales, hacemos las cosas mal somos tremendamente prejuiciosos, altaneros y no se que mas...
la cuestion es que hay personas (como tu)que recuerdan las cosas buenas que nos quedan.
un gran beso para ti.

asma a dit…
Ce commentaire a été supprimé par l'auteur.
asma a dit…

Si Tania estoy de acuerdo con lo que dice el texto.
Pero ,a veces,la primera impresión que Podríamos tener sobre alguien puede ser la verdadera y nos comportamientos y pensamientos hacia él, de primer contacto, pueden ser correctos y legítimos…
Ya que si intentamos de cambiarlas haciéndonos entender que alo mejor podríamos mal juzgar a esta persona y que con su conocimiento podemos lograr la verdad… su verdad..
Pero al final nos volvemos al punto inicial ... Pues encontramos que le habría sido mejor no conocerla y que mucho tiempo se pierdo para NADA … :S ya que la verdad lograda puede ser amarga y podrida … :P
Pues yo pienso que el sexto sentido existe y hay que seguirlo a veces !!!
Besitos Sagrada Tania :)