jeudi 28 juin 2007
Buenos Amigos
Érase una vez una mujer y un tipo que disfrutaban la sencillez de ser amigos. Amigos como existen muchos en el mundo y se tienen pocos en la vida. Se conocen casi por accidente un día cualquiera del que incluso ya se olvido la fecha; suelen verse poco y con ganas, charlar largo y tendido, despedirse en corto más siempre con esperanzas. Ella suele caminar a su diestra (por consenso) y Él reposa de vez en vez los ojos (y no siempre por accidente) en sus caderas pero sólo ha de ser por un momento, porque son amigos.
Cuando hablan, suelen beber café negro mientras se fuman todos los pesares, después habrán de recriminarse esos malos hábitos que mutuamente se acarician y aunque comparten la mesa y uno que otro sueño, nunca pensarían en hacer lo mismo con una hipoteca o un cepillo dental. Como todo el mundo, tienen días malos de “cada quién por su lado” en los que Él suele “putear” la vida y Ella inventarse frases que hacen taparse las orejas al mismo cielo. Después, ya estando juntos, Ella estallará en risas que Él habrá de responder con una media sonrisa más bien chueca; otras veces “no tan malos” en que Él se empeña en usar palabras grises. Ella, como es justo de esperar, suele darles color y para no quedar mal con los presentes indiscretos, las adereza con alguna “patadita medida en el trasero”. ¿Qué le vamos a hacer?... así son los amigos.
Ella le habla de su amor devoto al trabajo, Él como contrapeso, de mujeres pasadas, reales y una que otra inventada. No tienen problemas con afiliación política, sindical o religiosa más nunca se les ha oído hablar de corazones rotos... bueno... sí de alguno, pero de esos que ya no valen de tan sobados. Hay que respetar el silencio de los amigos. Aunque ya han reposado la nariz en el hombro del otro, jamás fue más allá del tiempo justo que la moral manda; ni Él ha sentido temblar el pecho de Ella tan cercano al suyo... ¡Dios nos libre!... sólo son amigos.
Ella le habla y escucha atenta por teléfono pues es una excelente interlocutora que tiene en Él un pésimo copiloto, quien nunca sabe dar razones de camino y al tiempo va dando palmaditas con los ojos a otras caderas que no le son vedadas, aunque es justo decir que es sólo a ratitos; el respeto también es cosa de amigos. De vez en vez suelen darse regalos, cosas lindas que dan calorcito al alma pero que no despiertan sospechas. ¿Qué diría la gente si al abrir la caja surgieran vinos, perfumes o lencería?. ¡Jamás!... sólo son amigos.
Cada quién lleva su vida y obra por su parte, con familia y otros amigos por separado. Justo es decir aquí que no se tienen en exclusiva. Se conocen manías y quizás algún pecadito, pero no se piden nada mas allá de la moneda que pueden ser los consejos. Con todo, hoy la cosa ha cambiado. El semáforo esta algo lento ahora que ha llegado la hora de despedirse. Después del sincero “nos vemos pronto”, Él ha girado (no sabemos si con malicia) la cabeza un par de centímetros más a la izquierda, como buscándose el corazón mientras Ella no hace nada por corregir el rumbo del beso que se ha posado en esa zona que, si bien no son labios, ya ha dejado de ser mejilla. Lo ha dejado añejarse un segundo más de lo normal. Nadie dice nada aunque Ella contiene el aire y Él tiene ojos que quisieran llorar. Suenan las bocinas vecinas, ya ha cambiado la luz al verde; Él habrá de bajar con el coche casi en marcha y Ella meterá segunda mientras una sonrisa y una maldición pequeñita habrán de surgir por lo bajo. “Tranquila mujer, mañana es día de trabajo”.
Él se encuentra un asiento vació en el bus y una falda desocupada para su mirada. Hoy no habrá llamada, dejemos que nadie diga nada. El teléfono no se olvidará de sonar al día siguiente: “¿Quieres tomar café?. ¿Que harás mañana?”. Ella le enseñara su lengua en tono de burla, se les iluminará el rostro al verse. Son buenos amigos... ¿Qué esperaban?.
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3 commentaires:
buenos amigos ¿que mas se podria esperar?
hola mi amiga tania, la amitad es tan esquiva pero tan real, ya que mas da...
un gran beso para ti...
Buenos amigos sin duda, pero pues ese beso que no fue en los labios pero tampoco en la mejilla puede ser el principio que encendió la llama de la atracción y asi creo que de la amistad a la atracción puede haber un solo paso
me gusto mucho este relato, y me recuerda un poco ese amigo que todos tenemos, solo un buen amigo porque nunca nos atreveríamos a que fuera nada mas, porque es demasiado bueno
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